lunes, 3 de septiembre de 2012

El unicornio


El primer día, Nicolás miró al caballito desde lejos y no se quiso montar. Era tan grande que le asustaba. 

El segundo día, se acercó un poco más y le pasó su manita por la crin. Sus deditos desaparecían entre el suave pelo del caballo. Pero tampoco se montó. 

Esa noche Nicolás soñó con un precioso unicornio que no cabalgaba sino volaba entre las nubes, blancas y suaves. 

Al día siguiente niño y caballo se miraron a los ojos. Nicolás sonrió y le alargó el gorro puntiagudo de su último cumpleaños. 

El caballito, convertido en unicornio, relinchó y Nicolás, montado en su lomo, rió y rió. 


P.D. Niño y unicornio surcan los cielos de tarde en tarde. Si ves una nube con forma de caballo y te fijas bien, verás a Nicolás y, agudizando el oído, podrás oírle reír. Pero ojo! es contagioso. Yo desde que los he visto no puedo dejar de sonreír. 

2 comentarios:

  1. Muchas gracias!!! Ya echábamos de menos tus cuentos. A Nico seguro que le ha encantado... Y si, luego no se querrá bajar...
    Un beso!!
    Sara

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  2. Un cuento delicioso, encantador. He disfrutado de la ternura que encierra este sitio y trataré de buscar esa nube.Te sigo, Un abrazo.

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