Cuando nació Nicolás, le regalon un llamador de ángeles. Poniéndolo al alcance de su mano, María le anima a golpearlo con sus deditos.
- Llámalos tú para que nos oigan - le dice al oido.
A través de la ventana, las ramas de los árboles impiden a los ángeles ver donde duerme Nicolás. Pero para ellos no hay nada imposible. Así que, para estar más cerca y guardar sus sueños, han dedicido convertirse en mariposas y acercarse hasta el cristal.
Dibujos de Juanlu
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